Una estrategia marítima con visión de Estado
🖋️ Redacción Mundo del Transporte
China ha dado un paso decisivo en su ambición de dominar los mares. El gobierno de Pekín aprobó recientemente una ley nacional para el desarrollo integral de su poder marítimo, una norma que sienta las bases para convertir al país en una potencia naval, comercial y tecnológica de primer orden a mediados del siglo XXI.
El texto legal, respaldado por la Asamblea Popular Nacional, define por primera vez los objetivos estratégicos del Estado chino en todos los ámbitos relacionados con el océano: desde la industria naviera y portuaria, hasta la protección ambiental marina, la pesca, la energía oceánica y la defensa nacional.
Según las autoridades, el propósito de la nueva legislación es “proteger los derechos e intereses marítimos de China, promover el uso sostenible de los recursos oceánicos y fortalecer la gobernanza en alta mar”. Pero detrás de ese lenguaje técnico se esconde una visión de largo plazo: convertir al país en una superpotencia marítima integral, capaz de competir no solo en comercio, sino también en influencia geopolítica y tecnología naval.
Del “cinturón y la ruta” al poder oceánico
La nueva ley complementa la conocida iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI), el megaproyecto global con el que China ha tejido una red de infraestructura marítima y terrestre que conecta Asia, África, Europa y América Latina.
En el ámbito marítimo, la estrategia incluye la modernización de sus puertos —muchos de los cuales figuran entre los más activos del mundo—, la expansión de su flota mercante y la consolidación de alianzas logísticas en puertos extranjeros.
Solo en la última década, empresas chinas han adquirido o administran participaciones en más de 90 terminales portuarias internacionales, desde Grecia y Sri Lanka hasta Perú y Brasil.
El nuevo marco legal refuerza esa expansión al definir la “economía marítima” como un sector estratégico nacional, dotado de incentivos fiscales, apoyo a la innovación y financiamiento público prioritario.
Seguridad, tecnología y sostenibilidad
La ley no solo apunta al desarrollo económico, sino también a la seguridad marítima. China busca garantizar la protección de sus rutas comerciales, especialmente en zonas sensibles como el mar del Sur de China y el estrecho de Malaca, por donde transita cerca del 40 % de su comercio exterior.
Para ello, el texto promueve la cooperación civil-militar en la gestión de infraestructuras portuarias, el monitoreo satelital de las aguas territoriales y el fortalecimiento de la capacidad de respuesta ante emergencias marítimas.
Otro eje central es la innovación tecnológica. El plan establece como prioridad la automatización portuaria, el desarrollo de buques inteligentes, energía verde y transporte marítimo de bajas emisiones, así como el impulso de industrias emergentes vinculadas al océano, como la energía mareomotriz, la acuicultura avanzada y la minería submarina.
Asimismo, se introducen medidas de protección ecológica, con compromisos explícitos para reducir la contaminación marina, controlar la sobrepesca y restaurar ecosistemas costeros degradados. En palabras del Ministerio de Recursos Naturales, la meta es alcanzar una “civilización marítima moderna con equilibrio entre desarrollo y conservación”.
Una nueva etapa del poder marítimo chino
El ascenso de China como actor marítimo global no es reciente. Desde principios de los 2000, el país ha pasado de ser una potencia terrestre a proyectarse hacia los océanos.
Hoy posee la mayor flota mercante del mundo por tonelaje, los astilleros más activos y algunos de los puertos con mayor tráfico de contenedores, como Shanghái, Ningbo-Zhoushan y Shenzhen.
Sin embargo, esta nueva ley formaliza un salto cualitativo: institucionaliza una política marítima unificada, coordinando ministerios, empresas estatales, centros de investigación y fuerzas armadas bajo un mismo marco estratégico.
En términos prácticos, significa que las actividades marítimas de China —desde la logística portuaria hasta la exploración científica— dejarán de actuar de forma fragmentada para integrarse en una sola visión nacional.
Implicaciones globales
El impacto de esta legislación trascenderá las fronteras chinas. En el plano económico, consolidará el papel del país como principal exportador e inversor en infraestructura portuaria mundial. En el ámbito geopolítico, aumentará su capacidad de influencia en regiones estratégicas como el Indo-Pacífico, el Mediterráneo y América Latina.
Para sus competidores, especialmente Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, la ley simboliza una nueva fase de competencia por el control de las rutas marítimas, la innovación tecnológica naval y los recursos del océano.
Analistas internacionales destacan que el poder marítimo se ha convertido en el nuevo campo de rivalidad global, y China se está posicionando con una combinación de inversión, planificación y visión a largo plazo.
Un océano de oportunidades
Más allá de las tensiones internacionales, la transformación marítima de China también representa una oportunidad para el comercio mundial.
El país está impulsando el desarrollo de corredores logísticos verdes, sistemas de energía portuaria sostenible y cooperación en investigación marina, abriendo espacios de colaboración tecnológica con otros países.
En palabras de un portavoz del Consejo de Estado: “Nuestro objetivo no es solo navegar más rápido, sino hacerlo de forma más inteligente y más limpia. Convertirnos en potencia marítima no es solo una cuestión de fuerza, sino de civilización”.
Con esta nueva ley, China no solo traza su hoja de ruta hacia el océano: reafirma su papel como arquitecto del nuevo mapa marítimo del siglo XXI.
Referencias
- PortalPortuario.cl (2025). China aprueba ley para convertirse en potencia marítima.
- Ministerio de Recursos Naturales de la República Popular China.
- Organización Marítima Internacional (OMI). Maritime Strategy and Policy Developments (2025).
- FAO. Sustainable Blue Economy and Marine Governance.

